Zaruma actual, Patrimonio de la Humanidad. |
Antigua casa donde funcionaba la oficia del Estanco. |
Zaruma, a inicios del siglo XX. (Foto bajada de internet) |
Zaruma.- La obra historiográfica “Estanco del Aguardiente en El Oro: represión e insurgencia” del Abog. Aldo Valarezo Sánchez, miembro de la Asociación de Autores Patrimoniales Orenses, puso en valor -en su reconocida investigación pionera en la Provincia -que intereses feudales lojanos remataban el Estanco del aguardiente documentadamente a mediados de los 1700.
Los “Documentos de Zaruma”, bibliografía enriquecida a partir de 1990 cuando llegan los documentos del Archivo de Indias traídas por el Dr. Enrique Aguilar Zambrano demuestran que el oro de Zaruma desde la Colonia temprana es el combustible de la economía del Norte del Perú y de Quito, cuya jurisdicción llegaba hasta Popayán (“Zaruma, el oro de la Conquista española”, VPM,2007).
El autor del libro señala que Don Pedro González de Mendoza describía que la Zaruma Colonial (siglo XII y XVIII) es una tierra muy fértil, con todo lo que se quiera cultivar, con ríos de aguas muy sanas, destacando que había en Zaruma no menos de treinta ingenios que molían los metales que se movían con una corriente de agua, donde se molía el oro, y que luego se lo fundía y se lo llevaba en polvo a Loja y Cuenca.
Entonces es de suponer que el apogeo del oro fue aprovechado por las autoridades españolas para traer las reducciones masivas de mestizos y aborígenes del entorno lojano y azuayo de la zona, lo cual dio como resultado el apogeo de otras autoridades, en este caso la producción de aguardiente que debió ser masiva para la demanda de esa población, incluyendo Loja, producto que se lo trasladaba por los caminos de esa época.
Zaruma en la Conquista y Colonia, geoespacialmente nucleó a toda la parte Alta de El Oro, incluyendo el puerto de Jambelí, actual Santa Rosa. Desde esa cosmovisión hay que ver a Zaruma no solamente como centro minero sino como un centro de comercialización de aguardiente que iba a Loja y Cuenca a través de caminos inhóspitos no solo con permiso del Estado sino también como contrabando.
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