Esta es la pequeña empresa elaboradora de panela en Ayapamba. |
Pedro, dando punto para sacar la panela. |
Los hermanos Urbano y Rufo Sánchez en la molienda |
Ayapamba, antigua parroquia del cantón Zaruma (hoy cantón Atahualpa), conjuntamente con Paccha tuvo un apogeo como una zona netamente panelera. Desde 1920 hasta mediados de la década del setenta proliferaron pequeñas empresas paneleras, aprovechando la excelente producción de caña de azúcar, de las cuales aún subsisten algunas, pero ahora compitiendo por la mano de obra con las actividades mineras que pagan más que en la agricultura y no les queda otra alternativa que la gente de edad ponerse al frente de sus propias microempresas.
Desde la Inspectoría de Estancos de Zaruma se delegaban guardas que iban permanentemente hasta Paccha, para vigilar la producción de panela y controlar la destilación clandestina de aguardiente. Verificaban que los permisos estén al día y el reporte de la cantidad de panela o “tareas”, como se conocía ese tiempo y que aún se mantiene en el argot popular.
Un alto porcentaje de la población de la antigua parroquia de Ayapamba estaba dedicada a la actividad panelera. En esos tiempos, la mayor parte de la producción se la llevaba a mula a Chilla, Guanazán y Manú, provincia de Loja. Se utilizaba mucho el intercambio de productos, es decir el denominado “trueque”, ahora desaparecido. Algunos paneleros fabricaban azúcar criolla con una técnica especial para darle el blanqueamiento.
La mayoría de paneleras de Paccha y Ayapamba funcionaron hasta fines de la década de los ochenta, dándose un relevo generacional. Algunos hijos de los antiguos dueños salieron a Paccha que pasó a ser la cabecera cantonal, o bien emigraron a otras ciudades y al exterior. La juventud ahora no le interesa la agricultura; antes todo el mundo se dedicaba a elaborar panela o a sembrar y cosechar café, ahora están dedicados a otras actividades como la minería que en estos dos últimos años se ha desatado una verdadera fiebre del oro en Ayapamba y Apartadero.
Los hermanos Urbano Sánchez Matamoros(71), y los meliizos Pedro y Rufo Sánchez Sánchez, ambos de 53 años, aún mantienen la herencia de la elaboración de la panela en una pequeña finca ubicado en el sitio La Esperanza, parroquia Ayapamba. Ahí fue su padre Tobías Sánchez Jaramillo el que inició la tradición hace unos 90 o 100 años.
Ellos mismos están al frente de las actividades, en la siembra y cosecha de la caña, en el traslado, molienda y el procesamiento de la panela, la misma que es vendida en la misma parroquia. Cada tarea les da unas 120 libras de panela, a veces cuando la caña está con bastante jugo hacen unas cinco tareas.
Pedro dice que el negocio es familiar y les toca trabajar a ellos mismos porque no les alcance para pagar el jornal; nosotros no podemos competir con los mineros que pagan más; por ello los jóvenes ya no regresan al campo.
Hace unos diez años dejaron las mulas y el timón para dar paso a la modernidad con un motor, con lo cual el proceso es más rápido. Viendo a los tres hombres en plena jornada nos pareciera que se trata del padre y de sus dos hijos, pero no es así. Son dos generaciones de los hermanos Sánchez. Pedro dice: A nuestro hermano mayor Urbano lo queremos como a un padre. El ha sido un ejemplo permanente para seguir luchando y no abandonar nuestros campos.
Entre una nube de humo del guarapo que está hirviendo para dar el punto para llegar a la panela, Pedro cuenta otras anécdotas de su pueblo.