La
Inquisición en América se organizó siguiendo los mismos principios que
regían en los tribunales establecidos en la Península Ibérica en 1480;
desarrolló sus actividades por medio de comisarios y jueces de
instrucción que trabajaban e investigaban sobre el propio terreno. A más
de castigar cualquier comportamiento reñido con la ortodoxia católica
se encargaban de perseguir blasfemos hereticales, adivinos, hechiceros,
adoradores del demonio, astrólogos, alquimistas, polígamos,
homosexuales, excomulgados, moriscos, protestantes y judíos que se
negaran a abandonar su fe.
En 1639 se produjo en Lima el auto de
fe más grande, famoso y sangriento que registran los Anales de la
Inquisición peruana en contra de comerciantes, mineros, armadores de
origen judío llamado la “Gran complicidad”; los sobrevivientes huyeron
de Lima hacia la Sierra central peruana y luego al Corregimiento de
Loja, donde desde la época de su fundación ya se habían asentado y
habían prosperado económicamente. “El ingreso a tierras del
Corregimiento de estos grupos humanos procedentes del Perú, coincide
justamente con la crisis y descenso de la minería zarumeña, lo que
demuestra bien a las claras que estas gentes no venían con ánimo de
labrar minas, ni enriquecerse con el oro de Zaruma sino, como lo
recuerdan sus descendientes, llegaron en condición de fugitivos en busca
de un sitio seguro donde cobijarse” (Ordóñez Chiriboga, Ricardo, 2005:
75).
En 1744 el Dr. Bernardo Fernández Coloma y Maldonado de San
Juan fue nombrado por el Santo Oficio como calificador inquisitorial en
la capital del Corregimiento. En 1753 Don Melchor de Carrión y Vaca,
Alcalde Ordinario de la ciudad de Loja, fue nombrado Alguacil Mayor del
Santo Oficio para esta ciudad, en 1755 fue designado como Comisario del
Santo Oficio de la Inquisición en la ciudad de Loja el Dr. Don Joseph
Mariano de Valdivieso.
Por su distancia del poder político, se
deduce que Zaruma fue un lugar ideal para familias de ancestro
judío-sefarditas para iniciar actividades mineras, dándose un flujo
migratorio no solo con Loja sino con Cuenca, pero siempre la Inquisición
estuvo presente en estos lugares. El Minero Pedro Martín de Apolo y
Valarezo, por dos ocasiones Alcalde de la Villa de San Antonio de
Zaruma, fue designado por la Inquisición limeña, en 1695, como Alguacil
Mayor del Santo Oficio para esta jurisdicción administrativa(Ver:
Zaruma, cuatro siglos de peregrinaje histórico, Pag. 90), con lo cual
aquellos grupos de sefarditas ya conversos, para evitar problemas
tuvieron que otra vez escabullirse en las primeras décadas del Siglo
XVII por todas las regiones rurales, asentándose en sitios donde
adoptaron los nombres originarios de inicios de la Conquista como
Curtincapa (Hoy Curtincápac), Salatí, Guazhaguiña, etc. Otras familias,
por su gran poder económico
y político adquirido, no tuvieron
problemas con el Santo Oficio y se convirtieron en delatores de sus
mismos hermanos o amigos.
En las obras de González Suárez y Pío
Jaramillo Alvarado, así como en crónicas y otras investigaciones
históricas, se ha puesto especial énfasis en las relaciones simbióticas
desde la Conquista, Colonia y República de los estrechos vínculos
familiares, culturales, políticos y hasta comerciales que ha tenido el
Corregimiento de Loja con la Villa de Zaruma, la cual, ésta última por
su riqueza aurífera-en ciertos pasajes de la historia- sostuvo la
decadencia comercial de Loja.
Revisando los censos encontramos
que algunos de los apellidos troncales de la Villa, como Romero, Acosta,
Sánchez, Maldonado, Aguilar, Feijóo, Espinosa y Soto son de muy
probable origen judeoespañol. Además las familias Acosta, Soto y Feijoo
son también de posible origen judeo portugués, pues sabemos que en la
lengua lusitana, Feijóo significa fréjol. Otros apellidos ancestrales
mestizos pero si muy antiguos y numerosos en Zaruma como son los Campos,
Sarmiento, Regalado, Cabrera, Morales, Andrade, Riofrío, Pérez, Castro,
Jiménez, León y Medina, son también de muy posible ancestro hispano
hebreo, pues al igual que en Loja los nombres más usuales en estas
familias, así como en las llamadas familias troncales son: Abel, Samuel,
Ester, Eliseo, Moisés, Daniel, Isaías, Exequiel, Leví, Benjamín, Rubén,
Saúl, Eva, Elías, Noé, Bersabé (Betsabé), Adán, Rosalía, Jacoba,
Mardoqueo y Jocobo (Ordóñez, 2005: 134).
Según estudios, entre
1579 y 1625, se contabilizaban en Zaruma cuarenta ingenios donde
rudimentariamente se molía y se extraía el oro. A partir de 1630 y 1762
empieza la debacle minera de la Villa, pero aun así el pueblo no muere y
se mantienen las actividades económicas, sociales y religiosas, dándose
el caso que algunos mineros y comerciantes, con ciertos capitales,
compraron fincas en la zona rural de la Villa de Zaruma, especialmente
en Curtincápac y Salati(
aldovalarezo57@yahoo.es).